Cristóbal Friz. Neoliberalismo, educación y universidad: la educación como formación de capital humano. La crítica latinoamericana y la necesidad de someterla a crítica
Ponencia leída el día jueves 5 de octubre.
Cristóbal Friz E. Dr. (c) en Estudios Americanos, IDEA-USACH.
1. En América Latina, la implementación de políticas neoliberales en el ámbito educativo, comienza a fines de la década del 70, teniendo como punto de arranque y posterior modelo a las reformas neoliberales de la dictadura de A. Pinochet, y se prolonga hasta la actualidad. Dicha implementación ha ido acompañada de un discurso proclive a la misma, al tiempo que de un discurso crítico, que ha denunciado sus males y perjuicios. Uno de los aspectos señalados por los autores de orientación crítica, hace relación al modo de comprender la educación que acompaña a las políticas neoliberales, modo que para tales autores es una comprensión errada e injustificada.
Es justamente el modo de comprender la educación universitaria implicado en las políticas del neoliberalismo, y su crítica por parte de autores latinoamericanos, aquello a lo que quiero dirigir mi atención. ¿Cuáles son las concepciones de educación supuestas en la implementación de políticas neoliberales? ¿Cuáles, aquellas mediante las que los autores latinoamericanos han erigido su crítica? A modo de supuesto metodológico, consideraré a la educación, entre otras cosas pero principalmente, como una cuestión de carácter antropológico. Esto quiere decir que en ella y en las discusiones respecto de diversos modelos educativos, institucionales, etc., están en juego tanto una manera de comprender al ser humano en sí mismo y en relación a su entorno (natural, histórico, social, cultural, político, etc.), como un modo de ‘modelarlo’ respecto de determinados intereses, aspiraciones, etc. (Freire, 1987: 21, 61).
En lo que respecta a las instituciones de educación superior, lo anterior significa que es una determinada idea del ser humano aquello que procura dar forma a “la función formativa de la universidad”. Es decir que, orientando el sentido de su labor pedagógica a los requisitos de una determinada comprensión de la realidad humana, la universidad se propone formar un determinado tipo de persona (Mayz Vallenilla, 1984: 36, 40 nota). Sentado lo anterior, la pregunta por el modo como las concepciones neoliberales y sus críticos latinoamericanos comprenden la educación que corresponde otorgar a las universidades, se traduce en la pregunta por la concepción (o concepciones) de ser humano que tanto los defensores del neoliberalismo como sus críticos, suponen deben servir de resorte a la tarea pedagógica de la institución de educación superior.
En base a lo anterior, habré de dar cuenta, en primer lugar, de la concepción antropológica implicada en la implementación de políticas neoliberales en el nivel universitario. Asimismo, mostraré cómo para los autores críticos latinoamericanos dicha forma de entender lo humano es limitada y errónea, lo que conlleva, para ellos, una desviación o perversión de la educación que debe otorgar la universidad. Para terminar, señalaré que no obstante la valiosa labor de crítica de los autores latinoamericanos, ésta debe ser sometida asimismo a crítica, a fin de sopesarla, tanto en sus aspectos positivos, como en sus debilidades.
2. Neoliberalismo y educación superior: la formación de capital humano
Para varios investigadores, vivimos una época –llamada muchas veces globalización– marcada por la hegemonía ideológica del neoliberalismo, lo que ha llevado a un autor como Raúl Fornet-Betancourt a estipular que la actual globalización en curso no es sino una “universalización de políticas neoliberales” (2001: 309-347). Éstas tienen su fundamento discursivo en la teoría o pensamiento neoliberal, el que posee como unos de sus representantes señeros a Friedrich Hayek y Milton Friedman. Para estos autores, su doctrina es la única teoría científica rigurosa sobre la realidad humana y la sociedad. Dicho liberalismo es ante todo una concepción de la libertad humana, o de la realidad humana y la sociedad en base a una determinada forma de entender la libertad, como libertad de operar sin trabas en el mercado.
Para los autores neoliberales, la libertad consiste ante todo en la ausencia de coerción ilegítima por parte de un tercero, ya sea éste un individuo, una institución o el mismo Estado. No deben haber trabas que obstaculicen la libre iniciativa particular, pues en el entendido de los autores, persiguiendo cada individuo su propio interés personal, se consiguen beneficios sociales que superan con creces los resultados calculados por cada individuo. Como es evidente, esta creencia descansa en la supuesta existencia de la “mano invisible” de la que ya hablara Adam Smith en el siglo XVIII. Es la mano invisible del mercado; la afirmación de un mecanismo autorregulado mediante el cual, de nuestros intereses egoístas, resulta un bien para la sociedad en su conjunto. Ante este mecanismo autorregulado del mercado no nos cabe más que someternos con respeto y humildad. De hecho, es esta humildad la virtud de base de la “moral comercial” profesada por Hayek (1981: 72, 73).
De esto se desprende la que es acaso la principal consecuencia práctica de la teoría neoliberal: el proyecto de desmantelar todas las formas de Estado intervencionista o benefactor, mediante la privatización de sus funciones. Una de las esferas más fuertemente afectadas por las políticas privatizadoras, esfera estratégica en lo que respecta al disciplinamiento de los actores sociales, es la de las instituciones educacionales.
A este respecto, Friedman –principal diseñador de las políticas neoliberales en el campo educacional– propone el desarrollo de una “industria educativa”. La fisonomía de ésta, para el autor, no se puede predecir, sino que será configurada por la propia competencia. En esta industria, los padres y sus hijos son consumidores; los profesores y administradores de las instituciones educacionales, productores. Como en toda industria regida por las leyes del mercado, corresponde incrementar las posibilidades de elección de los consumidores, disminuyendo la propensión al monopolio que supone el poder concentrado en manos de los productores (1980: 220).
La cuestión principal que conviene destacar, es que para Friedman la enseñanza profesional y técnica sea ante todo “una forma de inversión en capital humano”, y que declare que “Su función es el elevar la productividad económica del ser humano” (1996: 134, 138). A la luz de ello, Friedman estipula que es el individuo quien debe encargarse de los gastos de su formación superior, dado que es él quien recibirá los beneficios o retornos de la misma, entendidos como la consecución de mayores ingresos en el futuro (135).
La consecuencia de esto es clara: hay que reducir a su mínima expresión las universidades públicas, cuando no eliminarlas por completo, haciendo del sistema de educación superior un conjunto de entidades privadas regidas por el mercado, bajo el supuesto de que los mecanismos de éste –en particular la libre competencia– incrementarán la calidad general del sistema.
Como se puede ver, bajo el diseño neoliberal, la educación superior es entendida ante todo como una inversión en activos humanos. Su finalidad es hacer del humano un individuo rentable y eficiente. Así, la idea de ser humano que vehiculiza el ideal formativo de la universidad, es la de un sujeto económico, que mediante el cálculo racional mercantil, maximiza ganancias al menor costo posible, con indiferencia de todo lo que excede su esfera personal.
El proyecto educativo neoliberal –y la concepción de ser humano que le sirve de fundamento– es introducido y recepcionado positivamente en América Latina desde fines de los 70, y alcanza tal pujanza durante las décadas de los 80 y particularmente en los 90, que se puede hablar, como lo hace Andrés Bernasconi, de una “nueva economía política de la educación superior en América Latina”, caracterizada por la “hegemonía ideológica del neoliberalismo” (2008: 64).
3. La crítica latinoamericana a la implementación de políticas neoliberales en el campo de la educación superior
En forma simultánea a la implementación de políticas neoliberales en las universidades de la región, y a la defensa o promoción de la misma, se ha erigido una reacción por parte de numerosos intelectuales de diversos países del continente. Esta labor crítica se inicia ya a fines de los 70 y comienzos de los 80, y sigue teniendo importantes desarrollos en la actualidad. La crítica latinoamericana es amplia y se ha emprendido desde diversos acercamientos metodológicos y disciplinarios, y en sintonía muchas veces con las realidades específicas de cada país. Es a causa de tal amplitud, que acá sólo cabe hacer un mero esbozo de la crítica latinoamericana, recurriendo a los planteamientos de un número reducido de autores, a fin de ejemplificar o ilustrar algunos rasgos comunes de la misma.
Como discurso que reacciona contra la implementación de políticas neoliberales en el nivel de educación superior –y de acuerdo con los supuestos metodológicos desarrollados al comienzo de este trabajo–, podemos ver en la crítica latinoamericana cierto consenso respecto del diagnóstico del estado de la educación o formación que otorgan las universidades bajo la pujanza de las directrices neoliberales. Lo acordado, si bien muchas veces tácitamente, por los autores críticos, es que la concepción antropológica que sirve de base a la función formativa de la universidad bajo los parámetros del neoliberalismo, es una concepción antropológica de corte neoliberal. Para estos intelectuales, ésta es una interpretación limitada y unilateral de la realidad humana. Como consecuencia de ello, los autores críticos coinciden en que la formación que otorgan las universidades en el contexto de hegemonía neoliberal, es también limitada y errada.
Marcela Mollis, por ejemplo, ha señalado para el caso argentino, que el hecho de que las universidades se vean afectadas por las políticas neoliberales, ha provocado una “desnaturalización” de los “saberes universitarios”, los que quedan reducidos a “conocimientos mercantilizados”. De aquí la autora desprende una clara crítica al hecho de que bajo los parámetros del neoliberalismo, los estudiantes se constituyan en clientes, los saberes en mercancías, y los profesores en asalariados que ofrecen un servicio de enseñanza (2003b: 204). Critica asimismo que la calidad universitaria sea evaluada exclusivamente en términos de mercado, afirmando que “Es urgente recuperar el significado social, ético y humanista de la calidad educativa” (212). Sin duda que esta tarea tiene, para la pensadora argentina, directa relación con las finalidades de la formación que han de otorgar las universidades. Más que abocarse esta formación a la promoción de “conocimientos mercantilizados” mediante los cuales el estudiantado logre una exitosa inserción en el mundo laboral y de los negocios, Mollis indica que ella debe dirigirse a preparar a “profesionales independientes y creativos como ciudadanos activos y futura dirigencia, ayudar a construir el disenso epistemológico, convertir al pensamiento único en una pluralidad de pensamientos”, etc. (211).
En una línea semejante, Jaime Ornelas Delgado advierte que las políticas neoliberales en educación superior han tenido como efecto el que la “razón económica” desplace a la “razón social”, lo que para el pensador mexicano significa que “la formación universitaria tiende a perder su sentido humanista y social”. Como consecuencia de ello, afirma que se presta una importancia casi exclusiva a habilidades relativas a la competencia y la incorporación al mercado laboral, en detrimento de otras relacionadas con la creatividad o el pensamiento crítico (2007b). Por último, Ornelas Delgado sostiene que decidir los rumbos de la universidad en base a un “análisis francamente economicista”, como en el caso de la aplicación de las directrices neoliberales, sólo es posible si se desatienden o desconocen “las múltiples dimensiones de la educación”, de lo que concluye que “donde prevalece la ley del mercado la educación se desnaturaliza” (2007b).
Esta acusación al desconocimiento de lo propiamente humano en el que según los autores críticos incurren la aplicación de políticas neoliberales en la educación superior y sus defensores, es también observable en Luis Scherz. El sociólogo chileno critica que la universidad se erija en una instancia de formación mediante la cual “la persona sea arrastrada por un adiestramiento profesional sin contrapeso que la lleve a estructurarse de manera unilateral”. Contra lo limitado de tal formación –en la que el ser humano es instruido exclusivamente en lo económico, profesional o técnico–, Scherz afirma que en el nivel universitario la formación ha de apuntar al cultivo de “una persona integral, donde la especialidad se integre en un contexto amplio y humano” (2005: 213). En concordancia con ello, considera que la educación universitaria equivale a la posibilidad del ser humano de desplegar al máximo sus potencialidades, perfeccionándose en la medida de lo posible. Afirma, asimismo, que tal posibilidad se ve malograda cuando es el mercado el que dicta los rumbos de la universidad, bajo los cuales ella debe renunciar a su “papel de orientación social y de crítica” de los poderes que alienan nuestra existencia, papel íntimamente ligado –para Scherz– al esfuerzo de conducir lo humano a su máxima expresión (59-61).
Un último y esclarecedor ejemplo del diagnóstico de que la aplicación de las políticas neoliberales a las instituciones de enseñanza superior, y a la universidad en particular –con su labor formativa centrada en una concepción antropológica de corte neoliberal–, conlleva una alteración del modo de ser que les corresponde, lo constituye Jorge Millas. Para el filósofo, “La peor perspectiva en que puede colocarse a las universidades para entender su misión, resolver sus problemas y promover su desarrollo, es la de la sociedad de consumo y de la economía social de mercado” (1981: 148). Su crítica a la implementación de las políticas neoliberales en las universidades chilenas, descansa en el hecho de haber pensado, en sus palabras, “a la universidad en su esencia como función de la condición humana en lo que ella tiene de esencial” (27). Como se ve, es de la intelección de lo esencial de la condición humana, de donde, según Millas, se colige lo que corresponde a la institución universitaria esencialmente. Reafirmando lo anterior, el autor afirma que “la universidad posee un sentido absoluto que vale para toda sociedad”, y deja en claro que tal “sentido absoluto” descansa en el carácter académico de la institución (43), el que no guarda relación alguna con los mecanismos del mercado.
4. Necesidad de someter a crítica la crítica latinoamericana a la implementación de políticas neoliberales en el campo de la educación superior
La crítica latinoamericana a la implementación de políticas neoliberales en el nivel universitario, sucintamente ilustrada en lo anterior, ha desempeñado y desempeña una labor imprescindible. Ésta es, pone en evidencia los riesgos y males aparejados a la sujeción de las universidades a los parámetros de la economía de mercado desregulado. De acuerdo con los supuestos metodológicos de este trabajo, esto se refleja en su denuncia de la concepción de educación del neoliberalismo, la que tiene uno de sus ejes en una concepción antropológica de corte neoliberal. En sintonía con esta forma de entender lo humano, la implementación de políticas neoliberales conlleva que se entienda a la formación de capital humano, como la principal función de la enseñanza de nivel superior. Con ello, la educación universitaria tiene por finalidad hacer al sujeto competente en términos de mercado, en detrimento de otras posibles dimensiones de lo humano, como el pensamiento crítico, la creatividad, el disenso político, etc.
Una de las conclusiones que se saca del análisis de los autores críticos, es que para éstos la educación universitaria no puede fundarse en una concepción antropológica como la neoliberal, pues en tanto ésta es una concepción restringida y limitada de lo humano, supone una perversión de la formación otorgada por la universidad y, por tanto, de la institución misma. Es justamente en este punto clave, donde me parece necesario detenerse, y mirar con cierta suspicacia al propio pensamiento crítico. Si éste denuncia como insuficiente la concepción antropológica neoliberal y a la educación universitaria que se funda sobre la misma, ¿desde qué presupuestos lo hace? En otras palabras, ¿cuál es la concepción (o las concepciones) de ser humano y de formación universitaria desde las que se erige la crítica? Y más aún: ¿son tales concepciones (de ser humano y de formación universitaria) asumidas críticamente, suponiéndolas como el resultado de una toma de posición, la que debe procurar ser fundamentada de algún modo? ¿O, por el contrario, son asumidas en forma acrítica, como dadas naturalmente, al modo de esencias, y por ello no sometidas a discusión o análisis?
Es ante esta serie de interrogantes que me parece necesario someter a crítica la crítica latinoamericana a la implementación de políticas neoliberales en el campo de la educación superior, con el fin de sopesarla, considerando tantos sus virtudes, como los defectos que acaso le convendría subsanar, si es que pretende presentar una alternativa real a la hegemonía neoliberal que se cierne sobre las instituciones de educación superior de América Latina.
Bibliografía referida
- Bernasconi, Andrés: (2008) “La crisis del modelo latinoamericano de la universidad”, Brunner, José Joaquín y Carlos Peña (eds.), Reforma de la educación superior, Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, pp. 47-84.
- Fornet-Betancourt, Raúl: (2001) Transformación intercultural de la filosofía, Bilbao, Desclée de Brouwer.
- Freire, Paulo: (1987) Educación y cambio, Buenos Aires, Búsqueda.
- Friedman, Milton: (1966) Capitalismo y libertad, Madrid, Rialp.
- Friedman, Milton y Rose Friedman: (1980) Libertad de elegir. Hacia un nuevo liberalismo económico, Barcelona, Grijalbo.
- Hayek, Friedrich (1981) “Los fundamentos éticos de una sociedad libre”, Estudios Públicos n° 3, junio, Santiago, pp. 69-82.
- Mayz Vallenilla, Ernesto: (1984) El sueño del futuro, Caracas, Ateneo.
- Millas, Jorge: (1981) Idea y defensa de la universidad, Santiago, Editorial del Pacífico/CPU.
- Mollis, Marcela: (2003) “Un breve diagnóstico de las universidades argentinas: identidades alteradas”, Mollis, Marcela (comp.): Las universidades en América Latina: ¿reformadas o alteradas? La cosmética del poder financiero, Buenos Aires, CLACSO, pp. 203-216.
- Ornelas Delgado, Jaime: (2007b) “Neoliberalismo y capitalismo académico”, Bonilla, Teresa, Aurora Furlong Zacauala, Jaime Ornelas et. al., ¿Los avances del neoliberalismo?, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. En http://firgoa.usc.es/drupal/node/34777.
- Scherz, Luis: (2005) La universidad chilena desde los extramuros, Estudio introductorio y compilación de José Santos Herceg, Santiago, Universidad Alberto Hurtado.
Cristóbal Friz E. Dr. (c) en Estudios Americanos, IDEA-USACH.
1. En América Latina, la implementación de políticas neoliberales en el ámbito educativo, comienza a fines de la década del 70, teniendo como punto de arranque y posterior modelo a las reformas neoliberales de la dictadura de A. Pinochet, y se prolonga hasta la actualidad. Dicha implementación ha ido acompañada de un discurso proclive a la misma, al tiempo que de un discurso crítico, que ha denunciado sus males y perjuicios. Uno de los aspectos señalados por los autores de orientación crítica, hace relación al modo de comprender la educación que acompaña a las políticas neoliberales, modo que para tales autores es una comprensión errada e injustificada.
Es justamente el modo de comprender la educación universitaria implicado en las políticas del neoliberalismo, y su crítica por parte de autores latinoamericanos, aquello a lo que quiero dirigir mi atención. ¿Cuáles son las concepciones de educación supuestas en la implementación de políticas neoliberales? ¿Cuáles, aquellas mediante las que los autores latinoamericanos han erigido su crítica? A modo de supuesto metodológico, consideraré a la educación, entre otras cosas pero principalmente, como una cuestión de carácter antropológico. Esto quiere decir que en ella y en las discusiones respecto de diversos modelos educativos, institucionales, etc., están en juego tanto una manera de comprender al ser humano en sí mismo y en relación a su entorno (natural, histórico, social, cultural, político, etc.), como un modo de ‘modelarlo’ respecto de determinados intereses, aspiraciones, etc. (Freire, 1987: 21, 61).
En lo que respecta a las instituciones de educación superior, lo anterior significa que es una determinada idea del ser humano aquello que procura dar forma a “la función formativa de la universidad”. Es decir que, orientando el sentido de su labor pedagógica a los requisitos de una determinada comprensión de la realidad humana, la universidad se propone formar un determinado tipo de persona (Mayz Vallenilla, 1984: 36, 40 nota). Sentado lo anterior, la pregunta por el modo como las concepciones neoliberales y sus críticos latinoamericanos comprenden la educación que corresponde otorgar a las universidades, se traduce en la pregunta por la concepción (o concepciones) de ser humano que tanto los defensores del neoliberalismo como sus críticos, suponen deben servir de resorte a la tarea pedagógica de la institución de educación superior.
En base a lo anterior, habré de dar cuenta, en primer lugar, de la concepción antropológica implicada en la implementación de políticas neoliberales en el nivel universitario. Asimismo, mostraré cómo para los autores críticos latinoamericanos dicha forma de entender lo humano es limitada y errónea, lo que conlleva, para ellos, una desviación o perversión de la educación que debe otorgar la universidad. Para terminar, señalaré que no obstante la valiosa labor de crítica de los autores latinoamericanos, ésta debe ser sometida asimismo a crítica, a fin de sopesarla, tanto en sus aspectos positivos, como en sus debilidades.
2. Neoliberalismo y educación superior: la formación de capital humano
Para varios investigadores, vivimos una época –llamada muchas veces globalización– marcada por la hegemonía ideológica del neoliberalismo, lo que ha llevado a un autor como Raúl Fornet-Betancourt a estipular que la actual globalización en curso no es sino una “universalización de políticas neoliberales” (2001: 309-347). Éstas tienen su fundamento discursivo en la teoría o pensamiento neoliberal, el que posee como unos de sus representantes señeros a Friedrich Hayek y Milton Friedman. Para estos autores, su doctrina es la única teoría científica rigurosa sobre la realidad humana y la sociedad. Dicho liberalismo es ante todo una concepción de la libertad humana, o de la realidad humana y la sociedad en base a una determinada forma de entender la libertad, como libertad de operar sin trabas en el mercado.
Para los autores neoliberales, la libertad consiste ante todo en la ausencia de coerción ilegítima por parte de un tercero, ya sea éste un individuo, una institución o el mismo Estado. No deben haber trabas que obstaculicen la libre iniciativa particular, pues en el entendido de los autores, persiguiendo cada individuo su propio interés personal, se consiguen beneficios sociales que superan con creces los resultados calculados por cada individuo. Como es evidente, esta creencia descansa en la supuesta existencia de la “mano invisible” de la que ya hablara Adam Smith en el siglo XVIII. Es la mano invisible del mercado; la afirmación de un mecanismo autorregulado mediante el cual, de nuestros intereses egoístas, resulta un bien para la sociedad en su conjunto. Ante este mecanismo autorregulado del mercado no nos cabe más que someternos con respeto y humildad. De hecho, es esta humildad la virtud de base de la “moral comercial” profesada por Hayek (1981: 72, 73).
De esto se desprende la que es acaso la principal consecuencia práctica de la teoría neoliberal: el proyecto de desmantelar todas las formas de Estado intervencionista o benefactor, mediante la privatización de sus funciones. Una de las esferas más fuertemente afectadas por las políticas privatizadoras, esfera estratégica en lo que respecta al disciplinamiento de los actores sociales, es la de las instituciones educacionales.
A este respecto, Friedman –principal diseñador de las políticas neoliberales en el campo educacional– propone el desarrollo de una “industria educativa”. La fisonomía de ésta, para el autor, no se puede predecir, sino que será configurada por la propia competencia. En esta industria, los padres y sus hijos son consumidores; los profesores y administradores de las instituciones educacionales, productores. Como en toda industria regida por las leyes del mercado, corresponde incrementar las posibilidades de elección de los consumidores, disminuyendo la propensión al monopolio que supone el poder concentrado en manos de los productores (1980: 220).
La cuestión principal que conviene destacar, es que para Friedman la enseñanza profesional y técnica sea ante todo “una forma de inversión en capital humano”, y que declare que “Su función es el elevar la productividad económica del ser humano” (1996: 134, 138). A la luz de ello, Friedman estipula que es el individuo quien debe encargarse de los gastos de su formación superior, dado que es él quien recibirá los beneficios o retornos de la misma, entendidos como la consecución de mayores ingresos en el futuro (135).
La consecuencia de esto es clara: hay que reducir a su mínima expresión las universidades públicas, cuando no eliminarlas por completo, haciendo del sistema de educación superior un conjunto de entidades privadas regidas por el mercado, bajo el supuesto de que los mecanismos de éste –en particular la libre competencia– incrementarán la calidad general del sistema.
Como se puede ver, bajo el diseño neoliberal, la educación superior es entendida ante todo como una inversión en activos humanos. Su finalidad es hacer del humano un individuo rentable y eficiente. Así, la idea de ser humano que vehiculiza el ideal formativo de la universidad, es la de un sujeto económico, que mediante el cálculo racional mercantil, maximiza ganancias al menor costo posible, con indiferencia de todo lo que excede su esfera personal.
El proyecto educativo neoliberal –y la concepción de ser humano que le sirve de fundamento– es introducido y recepcionado positivamente en América Latina desde fines de los 70, y alcanza tal pujanza durante las décadas de los 80 y particularmente en los 90, que se puede hablar, como lo hace Andrés Bernasconi, de una “nueva economía política de la educación superior en América Latina”, caracterizada por la “hegemonía ideológica del neoliberalismo” (2008: 64).
3. La crítica latinoamericana a la implementación de políticas neoliberales en el campo de la educación superior
En forma simultánea a la implementación de políticas neoliberales en las universidades de la región, y a la defensa o promoción de la misma, se ha erigido una reacción por parte de numerosos intelectuales de diversos países del continente. Esta labor crítica se inicia ya a fines de los 70 y comienzos de los 80, y sigue teniendo importantes desarrollos en la actualidad. La crítica latinoamericana es amplia y se ha emprendido desde diversos acercamientos metodológicos y disciplinarios, y en sintonía muchas veces con las realidades específicas de cada país. Es a causa de tal amplitud, que acá sólo cabe hacer un mero esbozo de la crítica latinoamericana, recurriendo a los planteamientos de un número reducido de autores, a fin de ejemplificar o ilustrar algunos rasgos comunes de la misma.
Como discurso que reacciona contra la implementación de políticas neoliberales en el nivel de educación superior –y de acuerdo con los supuestos metodológicos desarrollados al comienzo de este trabajo–, podemos ver en la crítica latinoamericana cierto consenso respecto del diagnóstico del estado de la educación o formación que otorgan las universidades bajo la pujanza de las directrices neoliberales. Lo acordado, si bien muchas veces tácitamente, por los autores críticos, es que la concepción antropológica que sirve de base a la función formativa de la universidad bajo los parámetros del neoliberalismo, es una concepción antropológica de corte neoliberal. Para estos intelectuales, ésta es una interpretación limitada y unilateral de la realidad humana. Como consecuencia de ello, los autores críticos coinciden en que la formación que otorgan las universidades en el contexto de hegemonía neoliberal, es también limitada y errada.
Marcela Mollis, por ejemplo, ha señalado para el caso argentino, que el hecho de que las universidades se vean afectadas por las políticas neoliberales, ha provocado una “desnaturalización” de los “saberes universitarios”, los que quedan reducidos a “conocimientos mercantilizados”. De aquí la autora desprende una clara crítica al hecho de que bajo los parámetros del neoliberalismo, los estudiantes se constituyan en clientes, los saberes en mercancías, y los profesores en asalariados que ofrecen un servicio de enseñanza (2003b: 204). Critica asimismo que la calidad universitaria sea evaluada exclusivamente en términos de mercado, afirmando que “Es urgente recuperar el significado social, ético y humanista de la calidad educativa” (212). Sin duda que esta tarea tiene, para la pensadora argentina, directa relación con las finalidades de la formación que han de otorgar las universidades. Más que abocarse esta formación a la promoción de “conocimientos mercantilizados” mediante los cuales el estudiantado logre una exitosa inserción en el mundo laboral y de los negocios, Mollis indica que ella debe dirigirse a preparar a “profesionales independientes y creativos como ciudadanos activos y futura dirigencia, ayudar a construir el disenso epistemológico, convertir al pensamiento único en una pluralidad de pensamientos”, etc. (211).
En una línea semejante, Jaime Ornelas Delgado advierte que las políticas neoliberales en educación superior han tenido como efecto el que la “razón económica” desplace a la “razón social”, lo que para el pensador mexicano significa que “la formación universitaria tiende a perder su sentido humanista y social”. Como consecuencia de ello, afirma que se presta una importancia casi exclusiva a habilidades relativas a la competencia y la incorporación al mercado laboral, en detrimento de otras relacionadas con la creatividad o el pensamiento crítico (2007b). Por último, Ornelas Delgado sostiene que decidir los rumbos de la universidad en base a un “análisis francamente economicista”, como en el caso de la aplicación de las directrices neoliberales, sólo es posible si se desatienden o desconocen “las múltiples dimensiones de la educación”, de lo que concluye que “donde prevalece la ley del mercado la educación se desnaturaliza” (2007b).
Esta acusación al desconocimiento de lo propiamente humano en el que según los autores críticos incurren la aplicación de políticas neoliberales en la educación superior y sus defensores, es también observable en Luis Scherz. El sociólogo chileno critica que la universidad se erija en una instancia de formación mediante la cual “la persona sea arrastrada por un adiestramiento profesional sin contrapeso que la lleve a estructurarse de manera unilateral”. Contra lo limitado de tal formación –en la que el ser humano es instruido exclusivamente en lo económico, profesional o técnico–, Scherz afirma que en el nivel universitario la formación ha de apuntar al cultivo de “una persona integral, donde la especialidad se integre en un contexto amplio y humano” (2005: 213). En concordancia con ello, considera que la educación universitaria equivale a la posibilidad del ser humano de desplegar al máximo sus potencialidades, perfeccionándose en la medida de lo posible. Afirma, asimismo, que tal posibilidad se ve malograda cuando es el mercado el que dicta los rumbos de la universidad, bajo los cuales ella debe renunciar a su “papel de orientación social y de crítica” de los poderes que alienan nuestra existencia, papel íntimamente ligado –para Scherz– al esfuerzo de conducir lo humano a su máxima expresión (59-61).
Un último y esclarecedor ejemplo del diagnóstico de que la aplicación de las políticas neoliberales a las instituciones de enseñanza superior, y a la universidad en particular –con su labor formativa centrada en una concepción antropológica de corte neoliberal–, conlleva una alteración del modo de ser que les corresponde, lo constituye Jorge Millas. Para el filósofo, “La peor perspectiva en que puede colocarse a las universidades para entender su misión, resolver sus problemas y promover su desarrollo, es la de la sociedad de consumo y de la economía social de mercado” (1981: 148). Su crítica a la implementación de las políticas neoliberales en las universidades chilenas, descansa en el hecho de haber pensado, en sus palabras, “a la universidad en su esencia como función de la condición humana en lo que ella tiene de esencial” (27). Como se ve, es de la intelección de lo esencial de la condición humana, de donde, según Millas, se colige lo que corresponde a la institución universitaria esencialmente. Reafirmando lo anterior, el autor afirma que “la universidad posee un sentido absoluto que vale para toda sociedad”, y deja en claro que tal “sentido absoluto” descansa en el carácter académico de la institución (43), el que no guarda relación alguna con los mecanismos del mercado.
4. Necesidad de someter a crítica la crítica latinoamericana a la implementación de políticas neoliberales en el campo de la educación superior
La crítica latinoamericana a la implementación de políticas neoliberales en el nivel universitario, sucintamente ilustrada en lo anterior, ha desempeñado y desempeña una labor imprescindible. Ésta es, pone en evidencia los riesgos y males aparejados a la sujeción de las universidades a los parámetros de la economía de mercado desregulado. De acuerdo con los supuestos metodológicos de este trabajo, esto se refleja en su denuncia de la concepción de educación del neoliberalismo, la que tiene uno de sus ejes en una concepción antropológica de corte neoliberal. En sintonía con esta forma de entender lo humano, la implementación de políticas neoliberales conlleva que se entienda a la formación de capital humano, como la principal función de la enseñanza de nivel superior. Con ello, la educación universitaria tiene por finalidad hacer al sujeto competente en términos de mercado, en detrimento de otras posibles dimensiones de lo humano, como el pensamiento crítico, la creatividad, el disenso político, etc.
Una de las conclusiones que se saca del análisis de los autores críticos, es que para éstos la educación universitaria no puede fundarse en una concepción antropológica como la neoliberal, pues en tanto ésta es una concepción restringida y limitada de lo humano, supone una perversión de la formación otorgada por la universidad y, por tanto, de la institución misma. Es justamente en este punto clave, donde me parece necesario detenerse, y mirar con cierta suspicacia al propio pensamiento crítico. Si éste denuncia como insuficiente la concepción antropológica neoliberal y a la educación universitaria que se funda sobre la misma, ¿desde qué presupuestos lo hace? En otras palabras, ¿cuál es la concepción (o las concepciones) de ser humano y de formación universitaria desde las que se erige la crítica? Y más aún: ¿son tales concepciones (de ser humano y de formación universitaria) asumidas críticamente, suponiéndolas como el resultado de una toma de posición, la que debe procurar ser fundamentada de algún modo? ¿O, por el contrario, son asumidas en forma acrítica, como dadas naturalmente, al modo de esencias, y por ello no sometidas a discusión o análisis?
Es ante esta serie de interrogantes que me parece necesario someter a crítica la crítica latinoamericana a la implementación de políticas neoliberales en el campo de la educación superior, con el fin de sopesarla, considerando tantos sus virtudes, como los defectos que acaso le convendría subsanar, si es que pretende presentar una alternativa real a la hegemonía neoliberal que se cierne sobre las instituciones de educación superior de América Latina.
Bibliografía referida
- Bernasconi, Andrés: (2008) “La crisis del modelo latinoamericano de la universidad”, Brunner, José Joaquín y Carlos Peña (eds.), Reforma de la educación superior, Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, pp. 47-84.
- Fornet-Betancourt, Raúl: (2001) Transformación intercultural de la filosofía, Bilbao, Desclée de Brouwer.
- Freire, Paulo: (1987) Educación y cambio, Buenos Aires, Búsqueda.
- Friedman, Milton: (1966) Capitalismo y libertad, Madrid, Rialp.
- Friedman, Milton y Rose Friedman: (1980) Libertad de elegir. Hacia un nuevo liberalismo económico, Barcelona, Grijalbo.
- Hayek, Friedrich (1981) “Los fundamentos éticos de una sociedad libre”, Estudios Públicos n° 3, junio, Santiago, pp. 69-82.
- Mayz Vallenilla, Ernesto: (1984) El sueño del futuro, Caracas, Ateneo.
- Millas, Jorge: (1981) Idea y defensa de la universidad, Santiago, Editorial del Pacífico/CPU.
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